Cada habitación esta equipada con aire acondicionado. Además, nos recibieron con una botella de vino y deliciosos pastelitos locales, un gesto que realmente apreciamos. La cocina está bastante bien equipada, y el airfryer fue una sorpresa agradable para preparar comidas saludables sin complicaciones.
La joya de la corona es la amplia terraza, donde pasamos muchas tardes disfrutando del sol y las vistas de la ciudad. En resumen, este lugar es más que recomendable. Si volvemos a la ciudad, sin duda nos alojaremos aquí de nuevo. ¡Una experiencia que repetiría!